Exposición de obra gráfica “Picasso. Sangre y Arena”. Del 3 de Septiembre de 2009 al 18 de Octubre de 2009.
Sala de Exposiciones de la Iglesia de las Francesas
Santiago, s/n
Valladolid
Reseña: La exposición ofrece una amplia panorámica de la obra gráfica de Picasso, acompañadas por algunas cerámicas a él debidas, con temática taurina procedente los fondos de la propia Fundación Picasso de Málaga.Picasso reflejó en su obra no sólo los resultados de reelaborar una tradición artística ni únicamente la formulación plástica de una serie de intuiciones geniales, sino también, y combinándolo con los factores antes señalados, sus obsesiones, sus gustos, sus pasiones. Así es cómo la Tauromaquia aflora en su obra desde su infancia malagueña para estallar con inusitado esplendor en las décadas finales de su vida. Esta apoteosis de los mitos y los ritos taurinos es la que nutre esta exposición, 'Picasso: sangre y arena' en la que los fondos de la propia Fundación Pablo Ruiz Picasso y en la Casa Natal del artista ponen de manifiesto cuánto de drama y cuánto de belleza hay en la obra taurina de Picasso: libros ilustrados, cerámicas y obra gráfica se sitúan en el centro del redondel para ilustrar un espectáculo en el que se conjugan y combinan drama y homenaje, fascinación y libertad, equilibrio y dinamismo, nostalgia y rabia. Vida y muerte, en definitiva, puestas en tensión y en juego. Suenan los clarines. Va por ustedes.Junto a las palomas, se puede considerar que la temática taurina en Picasso se debe a la influencia directa de la figura paterna, gran aficionado a la tauromaquia y que inició a Pablo, ya en su niñez malagueña, en el conocimiento de la fiesta nacional. No en vano, Picasso recordaría siempre las tardes de toros en Málaga, que protagonizan diversos dibujos de sus primeros años, junto al día en que su padre le llevó a conocer al toreo 'Cara Ancha' que llegó a sentar al niño en sus rodillas para que jugueteara con los alamares. Se explica así que el mundo taurino fuera una de las presencias más constantes en la obra de Picasso, siendo sometida a interpretaciones y transformaciones que esta exposición atestigua.La vinculación de la obra gráfica de Picasso con la tauromaquia fue permanente, ya desde su primer grabado, 'El zurdo', de 1899, hasta sus años finales. Los toreros y, en mayor medida, el toro protagonizaron la obra gráfica picasiana y tuvieron una importante presencia también en las cerámicas realizadas por nuestro artista.Especialísima importancia tiene la serie de litografías, presentes en esta exposición, realizadas entre diciembre de 1945 y enero de 1946 en las que Picasso procede a una paulatina y radical simplificación de la figura del toro, partiendo de una representación realista y tradicional del animal para ir despojándola de elementos, mostrando así, de una forma que puede calificarse de didáctica, su proceso creativo y las múltiples posibilidades de creación partiendo de un único sujeto. Son once estampas que recogen las posibilidades realistas de la expresión, su sometimiento a las normas cubistas y posteriormente su despojamiento según una estética próxima al surrealismo. Complemento de esta serie es la litografía titulada 'Página de toros', de diciembre de 1945, en la que el artista esboza la figura del toro, llenando con estas variaciones toda la superficie del papel, según el mismo principio de simplificación geométrica que en esta ocasión, por la acumulación de figuras, rememora los grandes conjuntos de animales de la pintura rupestre.Junto a estas imágenes, la exposición recoge representaciones de toros limitadas a la testuz y otras que los representan de cuerpo entero o convertidos en seres alados que juguetean, además de escenas de corrida plenas de dramatismo y movimiento, junto a otras en las que recurre a la línea nítida y la figuración clasicista para recoger desnudos que juegan a los toros y que a veces son observados por personajes ataviados a la manera española entre los que no falta un torero. Junto a estos grabados, los libros ilustrados por Picasso también testimonian su fascinación por los toros, como sucede en las realizadas en 1929 para el libro de Balzac 'La chef d'oeuvre inconnu' publicado en 1931 en los que la representación se mantiene en un tenso equilibrio entre la placidez clasicista y la tensión extrema de la corrida.Drama y homenaje, fascinación y libertad, equilibrio y dinamismo, se conjugan de las más insospechadas maneras en estos grabados, y cerámicas, que muestran la originalidad absoluta de un artista tomando como motivo una de sus más intensas y antiguas obsesiones.