Exposición con obra gráfica “La Commedia della Vita” de Benito Postogna. Del 13 de Agosto de 2010 al 27 de Octubre de 2010.
Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas
San Martín 2068
Ciudad de Santa Fe, Argentina
Reseña: A partir de una inicial etapa en la que se agrupan Grabados (Linoleografías) fechados entre 1950-1960 en los cuales resulta evidente destacar la exploración de potencialidades que oscilan entre una cierta figuración abstractizada y diseños de rítmica elaboración geometrizada. Las curvas y los sinuosos cortes definen cada configuración de grises y negros estampados. Desde esta posición Postogna vira hacia la pintura, camino expresivo que se constituye en el aspecto medular de la producción expuesta.
Desde un inicial refrenado dramatismo en el que las formas pintadas están insufladas por un aliento constructivo con sugerencia de monumentalidad que remite a las pinturas al fresco prerrenacentista en las cuales se entrelaza el tinte cromatizado de irradiación lumínica fantasmagórica con la definición matérica de los planos, hasta un cierto geometrismo compositivo, marcan el límite y definen el “vocabulario” visual del autor, que será ya el propio y distintivo en las siguientes décadas de producción pictórica.
En adelante el autor asentará su oficio en una práctica constante e identificatoria de sí mismo, una suerte de estilística expresiva particularizada, un modo de componer, pintar y acabar cada pintura, insistiendo sin mayores variantes expresivas o riesgos pictóricos.
Conseguido un modo y una manera propias de expresarse ya no lo abandonará, evitando correr, de este modo riesgos contradictorios, como así también el embarcarse en aventuras proteicas de postulación plástica divergente.
Con absoluta coherencia y decisión aparecen sus pinturas de las siguientes décadas, elaboradas con despojada materia; sólo entonaciones cromáticas de rítmica ejecución en un interjuego solapado o manifiesto de oposición luz-sombra. Su pintura se organiza en base a este sistema de valores plásticos. El color sólo es acento diferenciador.
En esta “comedia humana” los personajes que la actúan destacan sin abismarse en trágicas resoluciones expresivas. El límite autoimpuesto por el autor es el humor un tanto socarrón, siempre un matiz de indulgencia moral por sobre los retratados que se tuercen y contorsionan rítmicamente en espacios de acotado, asordinado cromatismo encabalgado en tierras, grises y sombras. Una trama de arabesco barroco sostiene la definición de las formas dibujadas y pintadas, organizados en función expresiva, nunca en modo anatómico regular o descriptivo.
La idea del diseño totalizador, la del dibujo formal por sobre el cual el autor organiza sus escenas siempre está presente, sea subrayando límites, sea formalizando con precisión los bordes de torturados planos. El expresionismo entendido como primacía en la búsqueda de impactos emocionales por sobre la regularidad de la arquitectura plástica racional planea en toda la exposición. Romántico a su manera, con una mirada suspicaz y desangelada, Postogna construye sus metáforas de la vida cotidiana respondiendo a un elegido proceso de cristalización pictórica que siente como propio, indelegable e inconfundible.
La materia despojada, apenas un tinte diferenciador bastan para sus viajes expresivos que van del acotado color al subrayado valor con la omnisciente presencia de la línea como canto o borde que va definiendo recorridos plásticos en el plano.
Los encuadres escénicos se construyen desde cambiantes puntos de vista, ora frontales, ora con y desde planos rebatidos, siempre en una constante definición descriptiva.
Muestra de “suma y sigue” en esta exposición que pinta la “comedia humana” evitando tanto la risa desaforada como el llanto desgarrador. Prueba palpable de que en el mundo del arte plástico “mejor que decir es hacer”, ratificando que en la aventura del taller el artista está solo, dialogando con sus fantasmas, exorcizándolos, lanzando a la luz su modo y su mirada sustentada por una férrea voluntad sostenida por el aliento de sus sueños
Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas
San Martín 2068
Ciudad de Santa Fe, Argentina
Reseña: A partir de una inicial etapa en la que se agrupan Grabados (Linoleografías) fechados entre 1950-1960 en los cuales resulta evidente destacar la exploración de potencialidades que oscilan entre una cierta figuración abstractizada y diseños de rítmica elaboración geometrizada. Las curvas y los sinuosos cortes definen cada configuración de grises y negros estampados. Desde esta posición Postogna vira hacia la pintura, camino expresivo que se constituye en el aspecto medular de la producción expuesta.
Desde un inicial refrenado dramatismo en el que las formas pintadas están insufladas por un aliento constructivo con sugerencia de monumentalidad que remite a las pinturas al fresco prerrenacentista en las cuales se entrelaza el tinte cromatizado de irradiación lumínica fantasmagórica con la definición matérica de los planos, hasta un cierto geometrismo compositivo, marcan el límite y definen el “vocabulario” visual del autor, que será ya el propio y distintivo en las siguientes décadas de producción pictórica.
En adelante el autor asentará su oficio en una práctica constante e identificatoria de sí mismo, una suerte de estilística expresiva particularizada, un modo de componer, pintar y acabar cada pintura, insistiendo sin mayores variantes expresivas o riesgos pictóricos.
Conseguido un modo y una manera propias de expresarse ya no lo abandonará, evitando correr, de este modo riesgos contradictorios, como así también el embarcarse en aventuras proteicas de postulación plástica divergente.
Con absoluta coherencia y decisión aparecen sus pinturas de las siguientes décadas, elaboradas con despojada materia; sólo entonaciones cromáticas de rítmica ejecución en un interjuego solapado o manifiesto de oposición luz-sombra. Su pintura se organiza en base a este sistema de valores plásticos. El color sólo es acento diferenciador.
En esta “comedia humana” los personajes que la actúan destacan sin abismarse en trágicas resoluciones expresivas. El límite autoimpuesto por el autor es el humor un tanto socarrón, siempre un matiz de indulgencia moral por sobre los retratados que se tuercen y contorsionan rítmicamente en espacios de acotado, asordinado cromatismo encabalgado en tierras, grises y sombras. Una trama de arabesco barroco sostiene la definición de las formas dibujadas y pintadas, organizados en función expresiva, nunca en modo anatómico regular o descriptivo.
La idea del diseño totalizador, la del dibujo formal por sobre el cual el autor organiza sus escenas siempre está presente, sea subrayando límites, sea formalizando con precisión los bordes de torturados planos. El expresionismo entendido como primacía en la búsqueda de impactos emocionales por sobre la regularidad de la arquitectura plástica racional planea en toda la exposición. Romántico a su manera, con una mirada suspicaz y desangelada, Postogna construye sus metáforas de la vida cotidiana respondiendo a un elegido proceso de cristalización pictórica que siente como propio, indelegable e inconfundible.
La materia despojada, apenas un tinte diferenciador bastan para sus viajes expresivos que van del acotado color al subrayado valor con la omnisciente presencia de la línea como canto o borde que va definiendo recorridos plásticos en el plano.
Los encuadres escénicos se construyen desde cambiantes puntos de vista, ora frontales, ora con y desde planos rebatidos, siempre en una constante definición descriptiva.
Muestra de “suma y sigue” en esta exposición que pinta la “comedia humana” evitando tanto la risa desaforada como el llanto desgarrador. Prueba palpable de que en el mundo del arte plástico “mejor que decir es hacer”, ratificando que en la aventura del taller el artista está solo, dialogando con sus fantasmas, exorcizándolos, lanzando a la luz su modo y su mirada sustentada por una férrea voluntad sostenida por el aliento de sus sueños
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