Exposición de obra gráfica “Tierra, espacio y materia” de Eduardo Chillida. Del 7 de agosto de 2011 al 1 de octubre de 2011.
Museo Salvador Victoria
Hospital, 13
44415 Rubielos de Mora, Teruel
978 804 034
Reseña: compuesta por obras del escultor vasco que puede verse hasta el próximo mes de octubre en el Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora.
Así lo planteaba Luis Chillida durante la presentación de esta muestra a principios del mes de julio que trae por primera vez el trabajo del escultor vasco hasta la provincia de Teruel. Lo hace hasta el museo “de un amigo de aita”, como decía Luis Chillida, puesto que Salvador Victoria era compañero de su padre. Ambos fueron miembros de esa generación de la vanguardia abstracta de los años 50 que vino a llamarse “irrepetible”, como recordaba la viuda del autor turolense, Marie Claire Decay, durante la inauguración de la muestra.
La exposición de Chillida que puede verse en Rubielos es una pequeña retrospectiva con 31 obras entre esculturas, grabados y collages. La más antigua está realizada en 1953 y la más reciente, una gran pieza de alabastro, fue una de las últimas obras del autor en el año 2000, poco antes de su muerte.
“Estamos seguros de que a Chillida le hubiera gustado colaborar con este Museo, por la relación personal y profesional que tuvo con Salvador y con otros artistas con obra en él, amigos comunes, como José Antonio Fernández Ordoñez, con el que trabajó en varias esculturas y proyectos y en cuya casa se reunían también con artistas como Lucio Muñoz, Canogar o Sempere”.
Ignacio Chillida, hijo también del escultor, que ha seleccionado las obras con el director del Museo Salvador Victoria, Diego Arribas, asegura en una publicación que acompaña la exposición que en este lugar se respira todavía la aventura de la abstracción.
Contaba Luis Chillida de su padre que siempre fue un hombre que buscaba el reto. Cuando estudiaba Bellas Artes y entendió la facilidad que tenía para dibujar decidió quemar los bocetos y comenzar de nuevo pero con la mano izquierda, “porque la mano es un instrumento del cerebro, que es quien tiene que guiar”. Ese afán por explorar, por buscar el reto nacía del convencimiento de que “lo peor para un artista es acomodarse en lo fácil”, como recordaba su hijo.
Luis Chillida destaca que su padre fue “un artista libre, difícil de englobar en ningún movimiento, que buscaba algo más que la abstracción, y cada obra suya era un paso hacia lo desconocido”. “Nos solía contar -dice- que para él no existía la pregunta honrada si sabías la respuesta”. Añade que era individualista y no le gustaba trabajar en equipo. Muy celoso de su trabajo poca gente podía entrar en su estudio cuando trabajaba, “acaso alguno de sus hijos porque entre ocho que éramos era difícil que no se escapara alguno”, y es que para él la creación era algo íntimo.
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